(“A la esperanza se oponen, por defecto, la desesperación y por exceso, la presunción”).
Hemos entrado en el Tercer Milenio y debemos empezar a aceptar que estamos recibiendo señales de todos los frentes.
Es hora de admitir la idea de que la ESPERANZA es una gran fuerza que nos moviliza a buscar soluciones o respuestas, por lo tanto, es una fuerza creativa que nos confirma, una vez más, que somos Seres Creadores.
Mientras vivimos experimentamos la esperanza. Mientras que podemos crear y vivir nuestro mundo, actuamos, no necesitamos nada más, ni hablar de
esperanza ni de desesperanza.
Quizás este ciclo evolutivo de la Humanidad por el que hoy nos corresponde pasar, esté sobrecargado de tristeza, abandono, desgracias porque es donde se puso mayor énfasis… pero no olvidemos que el mundo es dual, por consiguiente, hay otra parte de la vida que es mucho más bonita. Nosotros decidimos cuál mirar…
La esperanza existe, pero no tiene dónde manifestarse. No hay una receta universal para que deje de sonar como algo abstracto y convertirse como lo que es, en algo concreto. Somos seres muy complejos y cada uno de nosotros arrastra una carga de condicionamientos del pasado, de las experiencias vividas. Desde esta carga diseñamos la vida que elegimos construir.
En nuestras manos está la posibilidad de rediseñar nuestra actitud básica, de darle la vuelta a todo y sostener lo que creemos y lo que queremos ser. Todos tenemos la oportunidad de manifestar que no deseamos continuar con lo que estamos haciendo, tomar en nuestras manos la esperanza y con nuestro libre albedrío y disposición, renunciar a lo que nos proponen y crear una vida feliz para nosotros y disfrutarla.
Esto es esencialmente la esperanza: actuar en la búsqueda de nuestra autenticidad, recuperar lo que hemos tenido siempre pero perdimos por el camino.
Los pueblos primitivos y muchos de los países llamados “subdesarrollados” viven más felices que los pueblos civilizados o “desarrollados” porque ellos no buscan la felicidad como nosotros, sino la autenticidad y esto les lleva a la plenitud. La diferencia entre ambas es que la felicidad es sólo un poco, un extremo, mientras que la plenitud abarca todo: alegría, dolor, felicidad y tristeza.
Debajo de nuestra personalidad existe una extraordinaria riqueza humana que sólo se aprecia cuando nuestro ego desaparece y la esperanza consiste en actuar para extraerla, así el camino hacia el resurgimiento de la misma pasa por admitir que somos parte de la Naturaleza y que ella es parte nuestra, y que todos los seres humanos somos uno.
Cada uno de nosotros empieza a vivir el día que descubre y acepta que está relacionado con todo lo demás que existe, y que no estamos ni solos ni existimos de manera individualizada en el mundo.
Somos todos ciudadanos de la Tierra y tenemos la responsabilidad de cuidarla porque es nuestra casa pero para aprender a cuidar de la Tierra antes debemos aprender a cuidarnos a nosotros mismos.
Si nos convertimos en voceros de la Esperanza estaremos sembrando un jardín de sonrisas permanentes.
La vida es una obra de teatro
que no permite ensayos….
Por eso, canta, RIE, baila, llora
y vive intensamente cada
momento de tu vida…
antes que el telon baje
y la obra termine
sin aplausos.
CHARLES CHAPLIN
Actor y director británico