Eva Quiroga Garrido - Maestra Reiki Tradicional

LOS MAESTROS

MAESTRO MIKAO USUI

Sensei MIKAO USUI  (Sensei término que alude a la categoría de maestro en la cultura japonesa) nació en Taniai (Japón) el 15 de Agosto de 1858,  y en el año 1875 ingresó a un Seminario para ordenarse como sacerdote cristiano.

Convertido ya en ministro, dirigió la Universidad Doshisha en Kyoto, además de oficiar misa diariamente.
Durante una de sus clases, los seminaristas comenzaron a interrogarlo sobre si creía a ciegas de lo que la Biblia decía, a lo cual respondió que sí.

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En ese momento los alumnos le solicitaron una demostración de curar a un ciego, o caminar sobre las aguas, como lo hacía Jesús. Ante la imposibilidad de hacer lo requerido, Usui renunció a su cargo y prometió ir en busca de respuestas de: cómo sanaba Jesús con sus manos?

Partió hacia Norteamérica e ingresó en la Universidad de Chicago, donde obtuvo el título de Teólogo, carrera que le llevó siete años de estudios. No encontró respuestas en el estudio de las Sagradas Escrituras, tampoco teólogos, ni sus profesores ni clérigos sabían cómo había sanado Jesús con sus manos. Aún así no se dio por vencido.
Allí estudió religiones comparadas y, al estudiar el Budismo, se enteró de que Buda ya había hecho sanaciones con sus manos. Según los Sutras (Biblia Budista), Buda

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sanó cegueras, lepra, tuberculosis...Esto lo hizo reflexionar y decidió ir a un país budista para profundizar sus estudios, así es que regresó a Japón.

Llegó a Kyoto y comenzó a recorrer los grandes Monasterios, donde preguntó si conocían el arte de curar con las manos las dolencias físicas, todos le respondieron lo mismo: “los monjes nos ocupamos de ayudar a las personas para que desarrollen su espíritu. Nos ocupamos de la sanación espiritual, para la sanación física están los médicos”.
Hasta que llegó a un Templo Zen donde el monje superior le dijo que había manuscritos que hablaban sobre las sanaciones de Buda, entonces, el Dr. Usui pidió permiso para estudiarlos. Durante tres años estudió los Sutras del Templo, pero para entenderlos correctamente era

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menester estudiar chino puesto que los caracteres japoneses con que estaban escritos eran originarios de China. Y así lo hizo, releyó los textos con el idioma chino aprendido pero no halló lo que buscaba.

Luego reflexionó: “Si Buda era hindú, lo mejor sería leer los manuscritos de los discípulos de Buda”, por ello fue que estudió sánscrito, para poder interpretar los conocimientos encerrados en esas escrituras. Pasaron largos años de incesante trabajo hasta que encontró una fórmula de lo que buscaba pero no pudo interpretarla ya que el texto había sido escrito hacía 2500 años. Los Sutras hablaban de un PODER, un poder utilizado para la sanación de los enfermos pero no halló explicación alguna sobre cómo conseguir ese PODER.

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Hablando con un buen amigo, un monje budista, este le sugirió que dejara las investigaciones  e hiciera lo mismo que habían hecho Jesús y Buda, y otros tantos, que estaban en la búsqueda del camino espiritual, y se dedicara al ayuno y a la meditación.

Consultó con el superior del Monasterio, quien le dio la aprobación para escalar el monte Kurama Yama. Ayunaría durante veintiún días, transcurridos los mismos si no regresaba irían a buscarlo sabiendo que habría muerto.

Llegó a lo alto de la montaña, se situó bajo un pino cercano a un riachuelo, donde meditaría durante veintiún días para lograr la elevación de su estado de conciencia y poder abrirse a la respuesta de lo encontrado en los Sutras. Para calcular el

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tiempo recogió veintiún piedritas; arrojaría al vacío una piedra cada jornada.

Mientras pasaban los días, el Dr. Usui releía los Sutras, los repetía como Mantras, cantaba, oraba, meditaba. Esperaba, no sabía qué cosa concretamente, pero esperaba que algo se manifestase. Nada ocurrió hasta que el día número veintiuno, después de meditar, abrió los ojos y se encontró sumido en una profunda oscuridad y absoluto silencio.

Vio una luz pequeña, como la llama de una vela que se acercaba hacia él. La luz continuó acercándose hasta que lo golpeó, literalmente, en la frente haciéndolo caer hacia atrás (estaba muy débil, hacía tres semanas que no comía). Podría calificarse de Iniciación Espontánea la que recibió Usui.

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Sus ojos permanecieron abiertos, no tenía ninguna sensación ni sentimiento, tampoco pudo precisar el tiempo que permaneció tumbado, quedó sumido durante varias horas en un estado de conciencia fuera de lo común... pensó que estaba muerto. Luego comenzó a tener diversas visiones.
Observó que a su derecha surgían millones de burbujas y subían... burbujas que reflejaban los colores del arco iris. A medida que cada burbuja entraba en su campo visual se le daba la instrucción para utilizar el símbolo correspondiente. Tan pronto como fijaba la información en la memoria, la burbuja se desplazaba y otra la reemplazaba con un símbolo diferente. De este modo se entregó al Dr. Usui la enseñanza completa sobre los significados de los símbolos, y en ese momento se dijo: “Hoy he sido bendecido”.

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Luego de todas las burbujas vio una gran luz blanca y en color dorado todos los textos en sánscrito que él había estudiado y que ahora podía interpretar y comprender.
Cuando volvió en sí mismo la luz ya no estaba, comenzó a aclarar el día y pudo escuchar a lo lejos el canto de los gallos. De repente dejó de sentir hambre y dolor, su cuerpo estaba en perfecto estado. Cuando todo terminó cerró sus ojos, mientras meditaba pudo ver nuevamente las letras irradiando su misterio frente a él. Usui abrió sus ojos, tiró la última piedrita y se sintió fuerte como para recorrer los 40 Km para llegar a Kyoto.

Esta experiencia de iluminación sucedió en el año 1908, año en que se produjo el nacimiento del Sistema Usui de Reiki, y que le fuera revelado a Mikao Usui por los Sutras Budistas.

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Al llegar al pie de la montaña tropezó con una piedra que le levantó una uña del pie. Sintió dolor y la sangre salía sin cesar; tomó el dedo con su mano derecha, lo sostuvo mientras lo sentía latir y, lentamente, el dolor y la sangre desaparecieron y la uña volvió a su posición. Primera experiencia de sanación.

Mientras seguía bajando de la montaña se dio cuenta de que estaba muy hambriento, así que al pasar por una taberna al costado del camino, se sentó a la mesa cubierta con un mantel rojo (señal de que el local estaba abierto). Un hombre viejo llegó de la cocina a retirar su pedido, al ver al Dr. Usui con la barba crecida y sus ropas llenas de polvo, dedujo que había estado en una larga meditación arriba en la montaña, y por esto no quería brindar a su cliente el menú

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común: deseaba, en cambio, cocinarle una papilla de arroz, sabiendo que después de un prolongado ayuno el estómago necesita recibir un alimento ligero antes del alimento sólido, el Dr. Usui no deseaba esperar, así que insistió en comer lo que había disponible, unos vegetales en vinagre y arroz, los que no le causaron ninguna molestia. Segunda experiencia, digirió la comida sin problemas después de tres semanas de ayuno.
La nieta del anciano le llevó la comida, tenía la cara hinchada cubierta con un pañuelo a causa de un flemón. Al ver esto, el Dr. Usui le pidió permiso para tocarle la mejilla: el dolor cesó inmediatamente y la inflamación disminuyó.

Tercera experiencia, pudo aliviar el dolor de muela.
Llegó al Monasterio y encontró en cama al

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abate que lo había apoyado en su búsqueda. Se sentó a su lado y mientras le relataba la experiencia vivida, Usui apoyó su mano sobre la pierna artrítica de su compañero quien de repente comenzó a gritarle:”Usui has hecho el milagro”. El dolor se disipó y pudo flexionar la rodilla.

Dejó el Monasterio y se dirigió a un poblado en las afueras de Kyoto, dando el inicio a un período de siete años que Usui reconoce como el más oscuro y terrible de su vida. Allí habitaban enfermos y mendigos, a los que atendía a cambio de casa y comida.
Él los sanaba y los mandaba al Monasterio Zen para que le consiguieran trabajo y pudieran llevar una vida digna.
Al transcurrir siete años observó que los pacientes eran los mismos, cambiaban las dolencias pero no las personas con lo cual

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pudo descubrir que había cometido un error: había sanado el cuerpo pero no el espíritu.
Abandonó el poblado y recorrió todo el Japón llevando una antorcha encendida en su mano, a pleno sol. Caminó por todos lo mercados y templos en busca de aquellas personas que se sintieran tristes, deprimidas, infelices, para iluminar su corazón y quitar el dolor, para limpiar la mente, el cuerpo y el carácter, e invitaba a los interesados a asistir a la iglesia donde les explicaría la manera de hacerlo.

En uno de esos lugares, Suguoka, encontró a Chujiro Hayashi, un Comandante retirado de la Marina Superior, de 45 años de edad, y le propuso unirse a él en la cruzada para luego ayudar a las personas, propuesta que Hayashi aceptó inmediatamente porque

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se sintió muy interesado por el proyecto del Dr. Usui.
Corría 1915 cuando Usui reunió a dieciocho hombres jóvenes  con quienes recorrió Japón aplicando Reiki. Fue Hayashi quien se destacó ya que aportó sus conocimientos científicos y experiencia tanto de la medicina oriental como la occidental. Los doctores Usui y Hayashi caminaron juntos durante mucho tiempo. Usui lo inició en Primer y Segundo Nivel. En 1920 ambos fundaron una Clínica donde a los tratamientos tradicionales le agregaron Reiki. En abril de 1922,  establece una sociedad de curación que denomina Usui Reiki Ryoho Gakkai, (Ryoho: método de curación; Gakkai: agrupación, sociedad) de la cual es el primer presidente. Su fama como sanador se extiende rápidamente, en particular después del terremoto que devasta a Tokio en 1923 con saldo de 140 000 personas fallecidas e

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innumerables heridos. Se dice que Usui literalmente cura a miles de ellos, algunos de manera individual y a otros en grupos administrándoles Reiki a través de las manos, el aliento, el sonido y los ojos.
A medida que más y más personas escuchaban de él y de sus habilidades su prestigio como sanador creció. Dedicando gran parte de su tiempo a viajar a lo largo del país.

En 1925 Usui no sólo inició como Maestro a Hayashi sino que lo nombró Gran Maestro, y deja a su cuidado el Sistema Reiki.

Antes de su transición,  dio los alineamientos como Maestros a 16 profesores, tres de ellos, Taketomi, Hayashi y Gyuda (también conocido como Ushida). Este último fue el primer presidente de la "Reiki Society"

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situada en el templo Saihoji en Suginami (suburbio de Kioto), donde se perpetuó la adaptación médica de Chujiro Hayashi.
El Maestro Usui hizo su transición el 19 de Marzo de 1929, en Fucuyama, durante una gira cuando le sobrevino una hemorragia cerebral.

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MAESTRO CHUJIRO HAYASHI

El Dr. Chujiro Hayashi conoció al Dr. Mikao Usui en 1915, en Suguoka,  cuando este último reclutaba gente para darle la formación en Reiki. Hayashi era médico, además de Comandante retirado de la Marina Imperial, tenía por ese entonces 45 años.

Caminó junto al Dr. Usui por todo Japón durante mucho tiempo, y fue iniciado por aquel en Primer y Segundo Nivel de Reiki, y al cabo de diez años, en 1925, le dio la Maestría.
En 1920 Usui y Hayashi fundaron una clínica donde enriquecieron con Reiki  los tratamientos de la medicina tradicional.

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En dicha clínica se usaban métodos naturales y los pacientes que la frecuentaban pertenecían a un alto nivel socio-cultural, unos la elegían, otros venían recomendados por profesionales de centros de salud.

El Dr. Hayashi provenía de una familia ilustre de Atami, cuando decidió abrir una clínica, eligió a Tokio para su sede lo que le permitió ofrecer Reiki a un mayor grupo de personas, y educó y atrajo la afluencia de un segmento muy alto de la sociedad Japonesa, la nobleza. En una generación, Reiki saltó de los suburbios de Kyoto a los palacios de Tokio.
Adquirió una propiedad lo suficientemente amplia como para albergar tanto la clínica como el hogar para su familia, con un hermoso jardín, dividiendo el terreno para brindar privacidad.

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La Sra. Hayashi también trabajaba en la clínica, recibiendo a los pacientes y asistiendo al Dr. Hayashi mientras supervisaba esta floreciente actividad, en la que dieciséis practicantes daban tratamientos de Reiki diariamente. Fue a esta clínica, en el otoño de 1935 donde una mujer llamada Hawayo Takata llegó buscando alivio a sus múltiples malestares, y nadie reconoció en ella a la futura Gran Maestra de Reiki.

Trabajaron incansablemente investigando y perfeccionando tan novedoso método.
A través de todos esos años de investigación descubrieron que el malestar físico es sinónimo de desarmonía y que Reiki, al tener un efecto equilibrador, lo que hace es equilibrar  naturalmente las energías del ser, de manera tal que dicha armonización actúa sobre la causa hasta hacerla desaparecer.

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El Dr. Usui falleció en 1929 y Hayashi siguió trabajando en la Clínica donde atendía a pacientes y preparaba en Reiki  a gente para que trabajase bajo su supervisión.
La clínica cumplía una doble función: atención de pacientes y formación de nuevos reikistas.
Hasta este momento, el sistema consistía: la energía por sí misma, los símbolos, el proceso de alineamiento y los ideales Reiki. Esto era lo que había sido recibido por el Dr. Usui durante su experiencia mística.
El Dr. Hayashi trabajó en desarrollar el sistema, y llevó registros detallados de sus pacientes y tratamientos usados. Él usó esta información para crear las posiciones estandarizadas de las manos, el sistema de tres grados y sus procedimientos de iniciación.
El Dr. Chujiro Hayashi inició, durante su

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vida, a cuatro Maestros de Reiki, entre ellos a Hawayo Takata y a su esposa. Fue entre los años 1935 y 1939 que fue interiorizando a Takata en forma oral y tradicional sobre el sistema que le estaba entregando.

Corría 1940 cuando Takata se presentó en la casa del Dr. Hayashi y su esposa le habló en privado y le explicó que su marido había decidido pasar a transición por su propia elección. Aún no había fijado la fecha, por eso cuando la Sra. Takata recibiera el cable,
debería ir inmediatamente a Atami donde estarían residiendo.

La Sra. Takata fue a Kyoto para tomar las clases de hidroterapia (por sugerencia de Hayashi), y cuando el 9 de mayo de 1941 recibió el telegrama, tomó el tren nocturno para Atami, adonde arribó a las cinco de la mañana.

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Cuando llegó a la casa de los Hayashi le preguntó a una de las mucamas por la salud del gran Maestro y al saber que se encontraba bien, sintió que no estaba segura de comprender el sentido de la palabra "transición" en Japonés.
La familia le dio la bienvenida en el desayuno, y parecían bastante contentos. Nada se mostraba diferente o extraño, hasta que el Dr. Hayashi anunció que a partir de las diez en punto comenzarían a llegar muchas personas, y él quería que la Sra. Takata los recibiera y oficiara de anfitriona, ayudando a dar asiento a los visitantes. Había invitado a sus amigos y estudiantes para presenciar su transición, y le expresó su placer de que ella estuviera allí para esta ocasión.

Ella se preguntaba cómo alguien podía estar

 

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sentado y hablar con tanta calma, pero el Dr. Hayashi dijo que ya había fijado el tiempo entre la una, y la una y veinte de la tarde, y en ese período él entraría en la transición. Aún más, la familia había decidido que la Sra. Takata sería la persona adecuada para llevar adelante su tarea con Reiki. Su hija estaba casada y no deseaba trabajar; su hijo deseaba entrar en los negocios y no deseaba continuar con la clínica, y la Sra. Hayashi retirarse a su casa en el campo.

De este modo, todos acordaron elegir a la Sra. Takata para convertirse en la Gran Maestra de Reiki. Esto era más que una posición honoraria, ya que se le daría la propiedad de Tokio junto con la clínica y la casa; además él había escrito un documento a la asociación de Reiki de modo que el pueblo de Japón entendería que él había elegido a Hawayo Takata como su sucesora.

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A la Sra. Takata le explicaron todo lo planeado, pero encontraba muy difícil de creer que una persona pudiera pasar a transición de esta manera, y pensaba que había un malentendido. Nadie de la familia expresaba pena o derramaba lágrimas, y se sentía abrumada por todo esto.
A la una en punto el Dr. Hayashi entró en la habitación donde estaban reunidos los invitados y la familia. Estaba vestido con el mismo kimono blanco que la Sra. Takata había soñado, y cuando caminó sobre las esterillas, pudo escuchar el siseo de la seda y sintió el aire frío. Justo como lo había soñado. Los saludó y les explicó por qué había tomado esta decisión.

Sabía que era inevitable la guerra entre Japón y Estados Unidos, y siendo un ciudadano patriota tanto como un oficial de reserva de la Marina, sería llamado para

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actuar en un buque de guerra y tendría que matar muchas personas. Como un devoto budista y Gran Maestro de Reiki no podría atentar contra la vida. Habló de haber vivido una vida de paz y comprensión, de trabajo para ayudar a la gente; entonces antes que matar a otros, había elegido hacer una transición pacífica en este momento, aunque sólo tuviera sesenta y dos años, y estuviera en perfecta salud.
En ese momento le pasó a la Sra. Takata el liderazgo de Reiki. Reunió a todos los maestros Reiki, y anunció a la Sra. Takata como la líder del Reiki, y entonces les hizo saber que mataría su cuerpo físico quemando tres vasos sanguíneos. En tanto seguía hablando esos vasos sanguíneos ardieron y murió.

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El Dr. Hayashi fue llevado a Tokio donde permaneció de cuerpo presente y fue visitado por mucha gente de todo Japón que llegaron a expresar su respeto a este gran hombre. Durante una semana entera continuó esto y su cuerpo no mostró signos de deterioro.

El Maestro Usui antes de morir, anunció que Chujiro Hayashi sería el continuador del Sistema Usui de Armonización Natural.
Hayashi nunca cambió el sistema heredado.

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MAESTRA HAWAYO TAKATA

La historia de Hawayo Kawamuru comenzó en 1900, temprano en la mañana de Nochebuena, cuando nació en Hanamaulu, en la isla de Kauai, Hawai.
Cuando tenía doce años fue con los otros estudiantes a las plantaciones a cortar cañas durante el verano, trabajó diligentemente junto con los demás, pero era algo muy difícil para ella al ser bastante menuda y delicada.

El último día al terminar el trabajo, los otros niños treparon al vagón cañero detrás de la locomotora a esperar que los llevara a casa, pero Hawayo se sentó en el suelo y elevó sus manos diciendo: "Dios, por favor

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permíteme realizar mejores trabajos con mis manos y no me envíes nuevamente al cañaveral, nunca jamás." Su pedido sería concedido completamente veinticinco años más tarde, con Reiki; y año tras año cuando sus amigos volvían a los campos a ganarse el dinero del verano, de alguna forma o de otra ella tenía otros trabajos y nunca regresó al cañaveral.

Luego trabajó en una venta de bebidas gaseosas en Lihue, lavando platos y atendiendo a los clientes y tiempo después en una mansión colonial de una señora adinerada, donde permaneció durante más de veinte años, llegando a ser supervisora de veintiún empleados de la residencia. Hawayo Kawamuru se casó con Saichi Takata, un joven contador que trabajaba en la misma residencia, con el que tuvo dos hijas.
 

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Una mañana de octubre de 1930, aún sentados a la mesa del desayuno, le contó a Hawayo su postura frente a la vida y la muerte,  pero que en verdad no hay muerte. Le hizo comprender para que no se sintiera confundida o apenada, que en cambio, se alegrara y sonriera porque entonces él sabría que ella también había comprendido las leyes de la naturaleza.
También le pidió que no lo enterrara en Hawai para que ella no se sintiera atada a ese lugar. Era difícil de creer que esto sucedería, pero tres días después de esta conversación, Saichi hizo su transición repentinamente a la edad de treinta y cuatro años.

Después de la muerte de su esposo trabajó muy duro para mantener a su familia, de 1930 a 1935 no tuvo prácticamente descanso, y finalmente sufrió un colapso nervioso por exceso de trabajo.

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Además de caer en una depresión tenía graves problemas físicos (un tumor abdominal que requería cirugía y problemas respiratorios que impedían el uso de la anestesia).
El médico le informó que debía operarse para salvar su vida, pero como parecía que no podría sobrevivir a la Intervención, sentía que no podía tomar semejante responsabilidad.
Estaba en una situación desesperada. Aún no tenía treinta y cinco años y se sentía como si tuviera sesenta, al no poder caminar erguida a causa del dolor en su abdomen. Por momentos tenía grandes dificultades para respirar, elevaba su mirada al cielo y rezaba por una guía, una señal, al no saber qué camino tomar.

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Una de esas noches cuando estaba muy oscuro, escuchó una voz claramente que desde arriba le decía que tendría todavía más problemas, y que lo primero que debía hacer era recuperar su salud, y que sólo entonces sería capaz de trabajar y ganarse la vida, y podría proveerse de seguridad y una larga vida. Bajó su cabeza en señal de agradecimiento y aceptó este mensaje, rogando que le fuese mostrado el camino para poder cumplir con todo.
En tres semanas murió una de sus hermanas después de una enfermedad de cuatro días.

Después de los servicios de su hermana, viajó a Tokio e ingresó en un pequeño hospital privado en Akasaka, la Clínica del Dr. Maheda, un cirujano muy famoso, para hacerse un chequeo. El cirujano acordó que su cuerpo necesitaba mucha atención, pero

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estuvo en contra de operar de inmediato. En cambio, le solicitó que considerara ese lugar no como un hospital sino como un refugio dónde podría descansar y alimentarse bien, y cuando hubiese aumentado de peso decidirían qué hacer.
Luego de tres semanas se le realizó un examen exhaustivo, y se le confirmó que tenía un tumor, cálculos biliares y apendicitis, siendo esto último la causa de su dolor abdominal. Por lo tanto programó la cirugía para las siete de la mañana del día siguiente.

La llevaron al quirófano temprano en la mañana para prepararla, cuando de repente oyó una voz clara que le decía: "La operación no es necesaria, la operación no es necesaria" abrió los ojos y miró a su alrededor, pero no vio a nadie hablándole. Se pellizcó para asegurarse de que no

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estaba soñando, y decidió que si escuchaba la voz por tercera vez la aceptaría. Esta vez fue aún más fuerte: "La operación no es necesaria!" Supo que estaba despierta y cuerda, pero ¿qué podría hacer? La voz dijo:
"Pregunta... pregunta... pregunta." ¿A quién debería preguntar? "Al cirujano Jefe... al cirujano Jefe... al cirujano Jefe.

Se deslizó de la camilla y se puso de pie envuelta en la bata. Las enfermeras corrieron hacia ella, reprendiéndola. Los médicos también se acercaron, y el cirujano pensó que se trataba de una reacción por miedo a la cirugía. Ella les aseguró que no tenía miedo, que ni siquiera estaba nerviosa, pero que tenía que hacerle una pregunta: ¿Sabía él de algún otro tratamiento o terapia que la pudiera ayudar? Pensó unos segundos y le respondió que sí, pero que

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dependía de cuánto tiempo pensaba quedarse en Tokio. No sabía cuánto tiempo llevaría este tratamiento, dos semanas, dos meses, o un año. Como él había dicho un año, ella dobló el período, y dijo que se quedaría dos años, ya que la salud era su prioridad.

El médico la derivó a su hermana, quien era también la dietista del hospital, ella acompañó a la señora Takata y fueron en tranvía hasta otro sector de la ciudad, a un estudio en donde se brindaba tratamiento sin medicamentos.
Fueron recibidas por la señora Hayashi, la esposa del director, quien trabajaba como recepcionista. Cuando le tocó el turno a la señora Takata, ingresó en la habitación donde sería atendida y allí vio ocho camillas donde dieciséis hombres profesionales estaban dando tratamiento bajo la

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supervisión del doctor Chujiro Hayashi.

Totalmente vestida se tendió en una camilla donde dos profesionales comenzaron con el tratamiento, un hombre trabajando en su cabeza y el otro en su abdomen. Mientras sus manos apenas la tocaban, comentaban sobre lo que estaban sintiendo: "Oh, sí su vesícula biliar no está muy bien; debe sentir mucho dolor aquí", y "hay un bulto aquí, podría ser un tumor", y así sucesivamente. Mientras hacían estas observaciones, podía sentir el calor que salía de sus manos, pero no comprendía cómo sabían estas cosas y se preguntaba si los habrían informado del hospital. Decidió reservarse las preguntas para el día siguiente.

Al día siguiente la hermana del médico la acompañó nuevamente a la clínica.

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Antes de subir a la camilla la señora Takata miró debajo de ésta última buscando alguna conexión eléctrica a algún aparato o batería que diera origen al calor. Luego miró el cielo raso por si veía algún cable que viniera desde arriba, en ambos casos no había nada.
Takata recibía una, y a veces, dos sesiones de Reiki por día. Su estado general tuvo una importante mejoría en poco tiempo y hasta resultó innecesaria una intervención quirúrgica.
Al cumplirse cuatro meses de tratamiento Takata estaba totalmente recuperada.  
Estaba maravillada por su recuperación y sentía necesidad de aprender dicho tratamiento, pero su condición de mujer, en una cultura japonesa, no le estaba permitida.

 

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Una vez más la hermana del Dr. Maheda le ayudó comentándole a su hermano el interés de Takata, quien le escribió una carta al Dr. Hayashi donde le decía que él ha estado siguiendo la evolución de la enfermedad de Takata y le pidió que contemplase la posibilidad de iniciarse en esa disciplina.
Muy honrado se sintió el Dr. Hayashi al ser reconocida su labor de parte de tan prestigioso cirujano, entonces reunió a su grupo para informarles  de lo acontecido y a pesar de la resistencia del grupo les explicó que él no podía negarse ante esta petición, en ese momento definió a Takata como:”Ella es, en apariencia japonesa, pero es norteamericana”.

Recibió su primer nivel en cuatro días consecutivos e hizo los veintiún días de autoreiki, luego comenzó a trabajar en la

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Clínica del Dr. Hayashi  de 7 a 17 hs, dando sesiones de Reiki y llevando las fichas de los pacientes.
 Las tardes eran utilizadas para visitas domiciliarias, lo que a veces requería viajar en tren de dos o tres horas al campo, fuera de la ciudad, y luego del tratamiento regresar. Después de su cena daba un informe de sus actividades de la tarde al Dr. Hayashi y a su familia.  

Al cumplirse un año, en 1937, Takata recibió el 2º nivel de Reiki y regresó a Hawai.

Al poco tiempo Hayashi y su hija se trasladaron a Hawai para pasear durante mes  y medio y ayudar a  establecer Reiki en Hawai. Decidieron que Honolulú sería el mejor lugar para dictar clases, de modo que alquilaron dos bungalows y comenzaron a

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ofrecer conferencias gratuitas y demostraciones de este arte de sanar. El editor del diario japonés fue de mucha ayuda al publicar fotografías y artículos para apoyar a Reiki.
De este modo en un corto período de tiempo fue muy bien recibido por la gente, y rentaron un salón más grande, donde el Dr. Hayashi daba clases y conferencias asistido por la Sra. Takata

El 21 de febrero de 1938 Takata recibió la Maestría,  un certificado fechado en Honolulu le permitía practicar y enseñar el método en U.S.A.  Hayashi regresó a Japón con su hija.

Por ese tiempo el arzobispo de la Misión Jodo planeaba su primer viaje al continente americano, para visitar las iglesias y encontrarse con los ministros en California. Ninguno de los doce miembros de su

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comitiva hablaba inglés, por eso le pidió a la Sra. Takata que los acompañara como intérprete.
Viajó intensamente con estos ministros por la Costa Oeste y cuando terminaron su recorrido, ella siguió hasta Chicago, donde ingresó a la Facultad de Médicos Homeópatas para estudiar diversas terapias, y también anatomía. Cuando completó sus estudios en Julio de 1938, regreso a Honolulu con la confianza que le daba el haber aprendido mucho más acerca de la parte física y técnica del cuerpo humano.

A fines de diciembre de ese año, fue invitada para hacer una presentación de Reiki en Kamuela (Walmea), su primera visita a la Gran Isla de Hawai. No estaban convencidos del valor de lo que ella les enseñaba, por eso le informaron que Reiki debía ser probado allí, y que tendría dos semanas

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para trabajar con dos pacientes. El primero tenía una enfermedad crónica del corazón, que le imposibilitaba cualquier actividad tísica; y el otro sufría de una amigdalitis aguda, y tenía planeada una intervención quirúrgica para cuando estuviese más fortalecido. Era un gran desafío, pero esta gente decía que querrían aprender Reiki si los dos mostraban un buen resultado con el tratamiento.

Ambos pacientes respondieron rápidamente al tratamiento, y al final del tiempo otorgado, la mujer con la enfermedad del corazón ya podía ponerse de pie y caminar, visitar a sus amigos e ir a la tienda de compras. El hombre tuvo una reacción que liberó las toxinas de sus amígdalas, por lo que se recuperó rápidamente y no fue necesaria la operación.
La respuesta de la comunidad fue

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gratificante ya que asistieron treinta y cinco personas a la primera clase, y al ser un grupo tan grande debió dividirlos en grupos más pequeños. Cuando terminó su enseñanza, le dijeron que éste era sólo el comienzo de Reiki en esa zona, y le pidieron que regresara cada seis meses para dar más clases.

Takata fue dando testimonio sobre Reiki a través de la recuperación de enfermos hasta que la Providencia le da la posibilidad de establecer una Clínica de Reiki en Hilo, la cual prosperó, y donde ella además de estar muy ocupada dando tratamientos,  también viajaba por las islas dando clases y conferencias.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial decidió difundir el Sistema haciendo caso al mandato conferido, y es así que

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estudió y preparó la forma de darle fuerza y difundirlo.
En el otoño de 1973 fue invitada a enseñar a un gran grupo en una isla en la costa del estado de Washington, y este fue el comienzo de varios años muy activos.
Al comenzar los pedidos de clases a llenar su calendario, viajó a la costa del Pacífico, el Medio Oeste, el Este, el Sur, el Sudoeste y Canadá.

La necesidad de más maestros era obvia, por lo que comenzó a entrenar a algunos de sus estudiantes y había iniciado a veintidós de ellos a Maestros de Reiki, desde 1975 hasta el momento de su transición.

Aún a los ochenta años de edad, la Sra. Takata era una mujer muy atractiva, menuda, con un metro cincuenta de estatura, y un poco más de cuarenta y cinco

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kilos de peso. Sus movimientos eran rápidos y decididos, y se desenvolvía con la facilidad de una persona joven, erguida y graciosamente.
En estos últimos años todavía conservaba una piel fresca, como la de una criatura, con muy pocas líneas y arrugas en su rostro. Su cabello gris era la única seña delatora de su edad. Su apariencia no correspondía con sus años y muy poca gente, al conocerla por primera vez, podía sospechar que ella era una octogenaria.

Vivía muy simplemente, llevando una dieta con muchos vegetales y frutas frescas, granos enteros, pescado y pollo, y aunque comía carnes rojas, lo hacía muy de vez en cuando. Su "remedio casero" era una mezcla de vegetales frescos —berro, remolacha, zanahoria y apio—los que mezclaba en la licuadora y que llevaba con ella en sus

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viajes. A menudo recomendaba este jugo a otros, diciéndoles que era un excelente reconstituyente de la sangre, lo que energizaba el cuerpo entero.
Jugar al golf, en lo que era muy hábil, era su ejercicio favorito, y cuando estaba en Honolulú caminaba hasta el campo de golf para jugar todas las mañanas
No designó a ningún Gran Maestro como lo hicieron sus antecesores, sin embargo, supo transmitir sus enseñanzas y todos los que entrenó supieron abrir camino para que Reiki no se perdiera nuevamente.
Hawayo Takata falleció en Diciembre de 1980.

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